Pero para que veáis que soy polivalente, hoy voy a hablar de mis VACACIONES. No, no me refiero a los TRES MESES DE VACACIONES QUE TENEMOS LOS MAESTROS (¡sí, hombre, tres meses! ¡qué fueron de esos tres meses cuando existía el B.U.P.!, ahora se han acortado a los meses de julio y agosto, que sepáis; y por cierto, no soy maestra, pero de este singular y prolífico tema hablaremos otro día). No. Me refiero a las vacaciones que hemos pasado el ESPOSO y yo en Lanzarote en el mes de julio. Lo describiré por etapas:
1.-
![](http://photos1.blogger.com/blogger/16/2518/200/aeropuerto.jpg)
¡Qué gustito! Gente de todas partes y colores hablando en todos los idiomas, arrastrando sus equipajes y sus hijos; tiendas, cafeterías, kioskos. Entré en la librería, me refocilé todo lo que quise y acabé comprando El Jueves, el Hola y un librito de crucigramas (vuelvo a repetir que soy polivalente hasta la contradicción). El Hola lo ojeé en diez minutos (ni una sola palabra impresa merece más de un minuto de atención). Y el Jueves hizo que se me pasara la hora y media restante en un santiamén. ¡Qué descojone! Lo que me acordé de Víctor. Sí, sí, de Víctor Vara, el de Medina. Los autodefinidos los dejaría mejor para el avión.
Bueno. Hasta aquí todo normal, habitual, esperable. Pero... ¡dios mío! ¡Cómo no me había documentado yo antes sobre el funcionamiento, comportamiento y usuarios oriundos de un VUELO CHÁRTER! ¡Con lo previsora que soy yo para estas cosas! ¡Qué aventura! Ni un safari por Kenia hubiera igualado la experiencia de lidiar a niños malcriados y chillones, y lo que es mucho más peligroso, a sus orondos y consentidores padres. Pero si queréis averiguar cómo se sucedió el azaroso vuelo, tendréis que esperar a la próxima entrega.
En el próximo capítulo:
* ¿Conseguirá el Esposo no tortear la cara de Pablete después de que éste agitara con desmesura el respaldo de su asiento gritando: ¡Tiiiiiiiiiiiiiiiiitaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Tiiiiiiiiiiiiiiiitaaaaaaaaaaaaaaaa!
* ¿Fulminará instantáneamente con la mirada la Esposa a los padres de Pablete, después de oírles repetir mil veces, en un tono impasible: "Hijo, Pablete, estate quietecito, no molestes"; y el nene erre que erre: ¡Tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiitaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
*¿Conseguirá la Esposa empezar su librito de crucigramas?
* ¿Habrá cortejo aéreo entre el azafato veinteañero-no-he-roto-un-plato y las azafatas-estás-que-te-sales-ven-aquí-que-te-vas-a-enterar?
* ¿El aterrizaje será suave?
*¿Le dolerán los oídos a la Esposa, teniendo en cuenta que no puede comer chicle para paliar el sufrimiento auditivo, debido a su ortodoncia?
No os perdáis el próximo episodio.