martes, 1 de abril de 2008

LO TUYO ES PURO TEATRO. Capítulo 6.


Es curioso que, desde que no aparece por estas páginas el Fernan, tampoco lo hace el otro Fernando. Yo creo que se ha creado una especie de identificación simbiótica entre ambos. A ver si un día los presento y se hacen amigos.

¿Dónde estábamos? Ah, sí, en que se aproximaba el fin de semana del Orgullo. El viernes por la noche habíamos quedado en que la Fefa nos recogería a la Diva y a mí con su Seat Ibiza para llevarnos a Chueca. Creo que ese verano sólo monté en coche dos veces: cuando mi amiga Lola y su marido nos llevaron a ver putas a la Casa de Campo, un domingo de aburrimiento supino; y ese viernes en que la Fefa hizo de auriga folclórica. El artífice de mis trayectos cotidianos kilométricos era, sin lugar a dudas, el Santo Metro.

Reticente ante mi indumentaria de diseño exclusivo, pero sin querer ofender la dedicación que había puesto en ella mi compañera de cuarto, hice de tripas corazón y me monté en el coche. Eché hacia adelante el asiento del piloto y me incrusté en el de atrás, desoyendo a mis piernas varicosas, que protestaban bajo el vaquero después de una larguísima jornada de rebajas. A falta de aire acondicionado, bajamos las ventanillas para refrescarnos con la polución medioambiental nocturna. Arrancó el coche y, con él, la banda sonora original de la vida de la Fefa: la Pantoja. “Veneno, aunque fueras un veneno, a mí me resultas bueno… por este amor”. La Fefa entraba en trance, entornando los ojos, como un chamán que estuviera evocando una epopeya ancestral, y se transfiguraba en la propia artista, cantando al compás y emulando todos los gestos minuciosamente aprendidos, mientras que Divina, entusiasmada, la espoleaba con sus palmadas y se reía a mandíbula batiente.

Nos detuvimos ante un semáforo en Gran Vía, ofreciéndoles a los tripulantes de los demás vehículos la ocasión de deleitarse con los gorgoritos que retumbaban, tanto por los altavoces del coche, como por la caja de resonancia bucal de nuestra conductora. El público rodante asistía, estupefacto, a aquella improvisada performance circulatoria. La Fefa se animaba a sí misma y, presa de la euforia, le iba piropeando al radio-casete: “¡guapa, guapa!”.

Con la excusa de que se me clavaban los imperdibles en la espalda, me amilané detrás, escurriéndome como podía, sin acabar de acostumbrarme a los arrebatos de popularidad de la Fefa, que seguía vociferando y contoneando los brazos a través de la ventanilla. Antes de que se pusiera en verde el semáforo, le dio tiempo a recibir los aplausos del respetable. Después, en la calma de la reflexión, intentaba atraernos a su causa con halagos entusiastas: “No me diréis que no es la más fina, la que mejor mueve la bata de cola y el mantón de manila, con ese pelazo que tiene… Es que no hay otra como ella, no hay otra”.

Cuando conseguimos aparcar, Chueca era un hervidero. Allí nos reencontramos con el Fernan y sus colegas. La Yanqui y el esposo se habían auto-infligido un reclutamiento forzoso en el piso, tras una breve pero intensa discusión sobre la ficticia atención que la Yanqui le había prestado a un maromo transeúnte. Era habitual que el armario ropero sufriera una repentina crisis de celos sin excusa aparente, que los confinaba a un trágico disgusto, primero; y a una tórrida reconciliación, después.

La Diva se acercó, en un momento, a recoger a la Manolita a la Gran Vía, quien se había citado allí con su última conquista telemática y anglófona. De regreso, la Diva venía delante, haciéndoles aspavientos a los otros dos, que iban detrás, y relatando como una abuela:

- Tú y tus paranoias, Manuel, vais a acabar conmigo.

Cuando llegó ante nosotros, se justificaba:

- Pues no va y me hace cruzar de acera y volvernos a cruzar por un paso de cebra que caía a tomar por culo, sólo para no tener que pasar por delante del escaparate del Sepu

La Manola se aguantaba la risa, impertérrita, e intentaba que le perdonara haciéndole carantoñas:

- Venga, no seas así, que tú sabes que me aterroriza el baratillo… El mero contacto visual me produce alergia. Luego me pongo mala, ya sabes, Mari.

- ¿Mala? –se hacía de rogar-. Mala eres ya. Más mala que Marión[1], que te lo digo yo… Tenías tú que dar con otra que aguantara tus manías…

Nos sentamos en un banco de piedra a bebernos el medio litro de calimocho adquirido en la terraza del Truco, el bar lésbico más popular de la zona, y a observar, con los ojos abiertos como mirlos, la ebullición circundante. En un descuido tonto, ya estaba el Fernan metiéndole la lengua en la boca a una tipa desconocida, cosa de la que no nos asombramos en absoluto, por lo que ni siquiera lo comentamos. Cuando comenzaron a pulular por allí algunos personajes del medio televisivo, se nos brindó la inestimable ocasión de empezar a cotillear: lo buenorro que está el Jesús Vázquez, lo bastorra que se ha puesto la Massiel, ay, mira, ésa es Natalie Seseña. ¿Lo qué? Ay, mari, la actriz, que no te enteras. ¿Y el concierto de Tamara a qué hora era? Bueno, si no está la Yanqui para qué vamos a ir. Pues es verdad. Acuérdate de que hemos quedado a las 12 en la Ohm con Lola. No te preocupes, que ésa siempre llega tarde, si llega. Hoy no vamos al Pasapoga, que estará a reventar. Nosotras fieles a la Ohm, por variar.

Ya he comentado lo fácil que era contagiarse de la jerga maledicente del grupo, así que pronto me convertí en una contertulia más:

- Ayer, por lo visto, estuvo por aquí Sara Montiel –proseguía la Fefa.

- Pues vendría con su sarcófago, ¿no? –respondí con naturalidad.

Me encantaban estos momentos en que la Fefa se quedaba de piedra y me reprochaba a los ojos:

- Anda que tú… Eso que pareces una mosquita muerta. ¿Quién te ha pasado los apuntes, ésta? –preguntaba señalando a mi amiga Divina.

- Los apuntes de la maldad, que se aprende rápido, jajajajajaja.

Entre risas y chismes fue pasando la noche. Nos pusimos medio ciegas con el vino hasta que llegó el momento de pasar a la acción. El Fernan se reenganchó en el camino a la Ohm, no sin que previamente le pusiéramos a caer de un burro por sus libertinos usos amorosos. En la puerta de la discoteca nos encontramos a la Puri, que por entonces, y antes de ser una estrella del cine de arte y ensayo, era relaciones públicas de la Ohm y go-gó de Alaska. Nos repartió unos flyers para tomarnos una copa gratis y nos metimos dentro. Los movimientos sospechosos en busca de golosinas comenzaron mientras yo me retocaba en el baño, ignorando por completo el espanto que les producía a las mariquitas de alrededor la camiseta que llevaba puesta.

A la hora y media ya estaba harta de bailar en la pista aquel musicón al que estaba tan desacostumbrada. Divina se acercó en ese instante y me dijo:

- Dame un beso en los morros.

Y fue así, con aquel beso anfetamínico, con el que resistí el resto de la noche. Una noche que todavía prometía. Faltaba por llegar… la Lola, mi amiga nacida mujer, y tan mujer: contenía en su interior un embarazo de ocho meses. Y su homófobo marido.

Continuará


[1] Popular personaje de la telenovela de los ochenta Cristal, que se interponía entre los dos protagonistas: Cristina y Luis Alfredo, y encarnado por la actriz venezolana Marita Capote.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Miy bueno lo del sarcófago, ja, ja. Lo del marido de la Lola estoy deseando leerlo... Y qué le pasaba a tu camiseta, Mari? si ibas a la última con esos imperdibles.

Anónimo dijo...

Jajajaja, impresionante, es que me encanta la historia.
Que Isabel Pantoja tiene un pelazo?? De eso nada............!!!

Anónimo dijo...

Lo que le pasa al "Fernando" es que no sabe escribir en tu blog....jajajajaja.

Anónimo dijo...

Tu bailando en una discoteca que seguramente estaría llena de humo ?????, déjate de rollos anda..., jajajaj.
Muy buena otra vez esta sexta entrega.

Anónimo dijo...

que caña, me parto ajajjajajajajajjajjaj para mí, es el mejor capitulo,ese coche ajjajajajaj que pasada, eres la caña pkt

Anónimo dijo...

Yo también disfruté de un día del orgullo con algunos de tus personajes y fue impresionannnnteeee !!!!.
Qué buenísimo !!!!, lo estaba leyendo y os estaba viendo a todas metidas en aquel coche...(por cierto tienes aún esa camiseta??).