lunes, 21 de abril de 2008

EL CAZA-IRONÍAS


El año que aprobé las oposiciones fue el primero que ocupé una plaza de un curso entero en un instituto: el de la Roca de la Sierra. El año anterior me había recorrido media geografía extremeña, haciendo sustituciones, desde Plasencia hasta Cabeza del Buey.

Fue una larga peripecia cómo conseguí esa interinidad: la última vacante de la lista. Me habían asignado Siruela (¡y yo contenta porque por fin tenía una vacante de un año entero!), en una plaza de Lengua compartida con Francés. Como yo de Francés no tenía ni idea, supliqué a la Delegación Provincial que hicieran algo por mí, que era imposible que, en pleno año de oposición, yo pudiera aprender una palabra de Francés para impartir a mis alumnos. De hecho, Lengua era la asignatura que menos ocupaba en mi horario: daba “Sociedad, Cultura y Religión” (la alternativa, por aquel entonces, a la Religión Católica), Ética, Herramientas de Lengua y Francés. Estuve una semana en aquel pueblo próximo ya a Ciudad Real, hasta que en una de mis súplicas, coincidió que al Director de Personal Docente le acababa de llegar una renuncia de una profesora interina que había conseguido otra vacante en Alicante, de dónde procedía. Y así aterricé en La Roca. El equipo directivo, nada más llegar, bromeó sobre mis contactos y enchufes en la Delegación Provincial (ciertamente, La Roca, a medio camino entre Badajoz y Cáceres, centro de nueva creación y con tecnología punta, estaba solicitadísimo). Como llegué la última, y de interina, me tocó dar clases a los cursos más bajos, los que no quería nadie: 1º y 2º de E.S.O. No me importó.

El caso es que gracias a ese instituto, pionero en la instalación y uso de las nuevas tecnologías en el aula, aprendí muchísimo de metodología didáctica e innovación tecnológica. Y también gracias a los cursos que me hice por las tardes y al interés que suscitaba en mí, profesora novata y en pleno trance opositor, cualquier novedad profesional, aprobé la temida “encerrona”, ya que las actividades que propuse, resultado de un durísimo año de trabajo con los alumnos y con el ordenador, le resultaron al tribunal bastante útiles y divertidas. Una de ellas, la que más disfruté realizando a lo largo del año, era muy simple y no precisaba, en este caso, el uso del ordenador, se llamaba EL CAZAIRONÍAS.

Tenía un curso de 1º de E.S.O. (12 años) muy gracioso. Eran niños muy inquietos y charlatanes, a los que me gané desde el principio y que participaban con avidez en toda chorrada imaginativa que ideaba para ellos. Cuando me tocó explicar las FIGURAS LITERARIAS, inventé un método para que identificaran, explicaran y entendieran las ironías que se utilizan en la vida cotidiana. Porque… ¿hay algún otro contexto más apropiado para el cultivo de la ironía y el sarcasmo que el de la relación profesor-alumno adolescente?

La actividad consistía en que cada alumno debía CAZAR AL VUELO, a lo largo del transcurso de las clases, las ironías que iban surgiendo, involuntariamente, en el desarrollo de las asignaturas y en la relación alumno-profesor y alumno-alumno. Sin decir nada a nadie, el alumno que había identificado una ironía debía apuntarla y rellenar una ficha que, al comenzar la clase de Lengua, leía a sus compañeros. Era un puntazo llegar a clase y, antes de que pudiera pasar lista, ya tenía a los chavales, como locos, levantando la mano (algunos se sujetaban un brazo con el otro) y gritando: ”¡Blanca, tengo una ironía, tengo una ironía!”. Vais a entender la actividad muy rápidamente. Ésta es la ficha que presenté ante el tribunal de oposición, es una recreación de la real, que entregué en el examen como material adicional:

CAZA-IRONÍAS

· IRONÍA: “Sí, eso, y un cola-cao y unas galletas”.

· CONTEXTO: Clase de religión, 24 de abril de 2004, a 6ª hora.

· PROTAGONISTAS: El alumno Juan Antonio González Muñoz y Paco, el profesor de Religión.

· DESCRIPCIÓN DE LA IRONÍA: En clase de Religión, entra Paco y se sienta en su silla a pasar lista. Juan Antonio le pregunta que cuándo vamos a tener nosotros una silla de esas blanditas que tienen los profesores, y el profe contesta: “Sí, eso, y un cola-cao y unas galletas”.

· SIGNIFICADO REAL: Que nunca nos van a poner una sillas como ésas.

· CAZADOR: Daniel Rodríguez Broncano, 1ºB.

Yo creo que este alumno aprendió para siempre en qué consiste esta figura literaria, ¿no os parece?

3 comentarios:

MALAVENTURA dijo...

Es genial esa forma de aprender.......o de enseñar

Anónimo dijo...

Es genial esa forma de ENSEÑAR... Como tú! Sigue así, dejando huella en tus pupils! Es una actividad buenísma!

Anónimo dijo...

Hay momentos como esos en la enseñanza por los que merece la pena seguir ahí, eh? Esta viernes, un alumno de 3º ESO B no demasiado brillante me dejó muerta. Sabía que en España había existido una II República!!!!!