lunes, 16 de junio de 2008

LO TUYO ES PURO TEATRO. Capítulo 9.

Me computaron el día de trabajo del domingo del Orgullo por el martes siguiente, así que el lunes previo, al salir de Cortefiel, y antes de coger el metro de vuelta a casa, me metí en el gigantesco El Corte Inglés de La Castellana y me perdí un par de horas buscando dos regalos infantiles que se ajustaran a mi precario presupuesto. Me gustaron un trajecito de hilo de la talla 1, para el pequeño; y un cómico chubasquero de los personajes de la Warner, para el mayor.

Todos los objetos del merchandising de la marca Looney Tunes llevan la marca de la casa en sus colores, el rojo y el azul. Sobre un fondo circular en esos mismos colores se despide siempre el cerdito tartamudo Porky con su inolvidable: “Esto es to…, esto es to…, eeee-eesto es todo, amigos”. Es conveniente tener este detalle en cuenta si uno quiere hacerle un inocente regalo al hijo de alguna amiga. No hay que ser ingenuo y pensar que a la madre le va a resultar tan gracioso como a ti lo monos que salen Bugs Bunny y el demonio de Tasmania en un simpático abriguito contra la lluvia. No. Hay que barajar toda serie de hipotéticas susceptibilidades antes de tomar una decisión semejante.

Una vez en casa, le mostré mis compras a Divina, quien, con un gesto impenetrable, suspiró profundamente y comentó:

- Uy, mari, ya verás lo que va a decir la Lola cuando lo vea.

Me fastidió su comentario, teniendo en cuenta que el regalo me lo había currado yo sola, así que supuse que tendría un mal día y olvidé la crítica, que no acababa de entender. Decidí arreglar un poco la habitación, aprovechando el ratito libre antes de que llegaran la Yanqui o el Fernan. Divina se probaba sus sandalias de plataforma y andaba contoneándose por el salón.

- ¿Te acuerdas, Divina, del chasco que se llevó Antolín la primera vez que vino a verme y se encontró con tus sandalias tiradas por el suelo?

Divina rió.

Efectivamente, una de las pocas veces que estuvo en el piso (teniendo en cuenta el asco que le tiene a la capital y lo que ese sentimiento se incrementó desde entonces), tropezó con las sandalias que estorbaban por el dormitorio y, muy serio, con gesto asustado, se acercó a mí y me susurró:

- Cana, ¿esas sandalias…?

- Son de Divina, ¿no lo ves? Son un 41, por lo menos.

- Uf, coño, es verdad. Qué tonto.

No sé qué extraordinarias suposiciones se le habrían pasado momentáneamente por la mente (streap-tease en una barra americana, modelo de lencería pornográfica, gogó de la Ohm…), pero, con mi respuesta, sus incertidumbres quedaron al instante solventadas. La sensación de alivio se reflejó en su cara.

Estiré las sábanas de la cama, limpié un poco el polvo, barrí y fregué el dormitorio como pude, esquivando y desplazando los veintitantos pares de zapatos de la Diva. Le pregunté a mi amiga a través de la puerta:

- Diva, ¿qué pasa con el Fernan? Ya no cena en casa, y eso me da muy mala espina.

- ¡Qué espina ni qué niño muerto! He hablado esta mañana con Lola por teléfono y me ha dicho que la noche de la Ohm se enrolló con una de sus amigas, con Elvira. Así que ya te puedes hacer una idea de dónde anda durmiendo últimamente.

- ¿Elvira? ¿La que dice Lola que su padre es el brazo derecho de Polanco? ¿La abogada?

- Ssssssssssssssssssssssss.

- ¿Pero que vive en Lavapiés con un negro para redimirse de sus raíces burguesas, no?

- Sí, mari, tú sabes. Y que tiene un golf deportivo y una cuenta corriente como una biblia, no te olvides.

Jajajajajajajajajajajaja

- Mira que somos malinas, todo el día haciendo calceta.

- Más malas que Marión –propuso Divina.

A veces me remordían la conciencia los comentarios maliciosos con los que nos consolábamos, así que me defendía con poca convicción:

- La envidia es el refugio de los pobres. Tanto pijerío me abruma. No, en serio, es que aquí estoy viendo cosas que en mi vida… ¡La peña está forrada! Yo, que ya flipo ya con los delirios megalómanos de la Manolita y con los caprichitos superfluos de la Lola, imagínate… ¡la ahijada de Polanco! Todo esto me queda muy grande. Y yo ganando una mierda que no me da ni para ahorrar, que es para lo que me vine a Madrid. Uf, y encima, si entro tarde a trabajar, aprovecho la mañana y me meto en la biblioteca a estudiarme el primer tema de la oposición… No, si está claro: unos nacen con estrella y otros…

- La vida es injusta, mari. Tú y yo ya lo sabemos. Que yo he estado poniendo ladrillos desde niño hasta los días de mi cumpleaños. En fin. Tú lo que tienes que hacer es escribir un libro ya y ganar el Planeta. Te forras y con eso a mí me haces famosa.

- Mira, bonita, eso lo tendrás que hablar primero con la Fefa, que se ha adueñado ya del papel protagonista. Además, me conformo con llegar al final del verano siendo todavía heterosexual…

Jajajajajajja.

Proseguí:

- Oye y lo del Fernan es para mear y no echar gota. No se priva. ¿De dónde saca la pasta para ponerse hasta las cejas todos los días? ¿De sus colegas televisivos?

- Te recuerdo, querida, que una llamadita a “mamá” a final de mes no viene nunca nada mal.

- ¡Anda, coño! ¿Así andamos todavía? Si es que hay que joderse… Qué vidorra, macho. Y por hablar de todo un poco, lo que yo me pregunto es: ¡¡¡cómo puede ligar tanto rodeado de locas todo el día!!! Debe de tener una estrategia infalible. No deja tía sin ensartar. Menos mal que yo para él soy asexual, que si no…

- ¡Uy! A ti ni te toca, mari. Que me ha dicho te tiene mucho respeto.

- Vaya, hombre. Tiemblo cada vez que un tío dice eso de mí.

- Que sí, que sí, y que si a ti te respeta por como tú eres, que no puedes hacerte una idea de lo que respeta al Antolo…

Juasjuasjuasjuasjuasjuasjuas

- ¿No ves? Si yo sabía que aquí había gato encerrado… Juasjuasjuasjuasjuas Desde que vino Antolín a visitarme hace dos semanas ha debido de dejar impreso su nombre en mi frente para salvaguardar sus espaldas. Jajajajajaja. Además, como se cayeron tan bien con eso de que los dos tocan la guitarra… el Fernan debe de pensar que sería una traición infame. Jajajajaja. ¡Una cuestión de honor entre colegas! Jajajajajaja. Ay, Dios.

Otra vez estábamos Divina y yo espachurradas sobre el sofá agarrándonos la barriga del dolor de las carcajadas. ¡Qué buenas abdominales nos hacíamos a costa del pobre Fernan! Ni el armario ropero nos daba tanto juego como el feliz polígamo.

Al rato llegaron todos, excepto él. Cenamos como una familia bien avenida y nos fuimos a acostar.

Al día siguiente, mi día libre y también el de Divina, quedamos con Lola para pasar el día juntos, comer y darle el regalo. Lola venía de comprarse catorce tangas, nueve pasadores para el pelo, una funda para el móvil y siete baberos. Estuvimos esperándola sentados en una terraza una hora y media, hasta que quiso aparecer, radiante, sobre sus imperdonables tacones y cargada de bolsas. Andaba liviana como una pluma a pesar del bombo.

- Y al niño mayor ¿no lo has traído para que lo veamos?

- Está con mi padre, que le va a comprar un coche de batería. Es que está con el niño que no mea. Todos los días va a verlo y le lleva algún regalo. Me lo va a malcriar. Querrá así arreglar lo mal que se portó cuando el divorcio con mi madre.

- ¿Comemos aquí mismo, en esta terraza? –propuse, más como una certeza que como una sugerencia.

- Venga.

Pasamos un almuerzo agradable, con un menú discreto y barato, eso sí, controlando a la Lola para que no se disparara la cuenta más de lo que podían cobijar mis bolsillos. A la hora del café, le entregamos el paquete. Primero abrió el del pequeño, observó el trajecito de hilo, y sonrió:

- Me va a venir muy bien, porque nacerá en septiembre y todavía hace calor. Porque la ropa del mayor no le va a valer, nació ya en pleno otoño.

Llegados a este punto, yo esperaba, entusiasmada, su reacción ante el impermeable. Realmente me parecía un regalo original. Lo desenvolvió por un extremo y se le cambió la cara. Antes de poder desdoblarlo y averiguar de qué se trataba, se le desencajó momentáneamente la mandíbula y balbució:

- Grrrrrrrrrrrrrrr

- ¿No te gusta, Lola? Es un chubasquero.

Me miró perpleja. El regalo seguía sin acabar de ser desempaquetado, en sus manos. Lo sacó de golpe y gritó:

(En este momento tienen ustedes que pinchar en el siguiente icono para agrandar la imagen y comprenderán mejor sus palabras posteriores)

- ¿¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡DEL BARÇA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!?

Me quedé muerta. ¿Cómo iba a pensar yo que iba a relacionar los colores de los Tiny Toones con los del Barça? Divina disimulaba su risa y vocalizaba con labios silenciosos:

- Te lo dije, te lo dije.

- Bruja, más que bruja –le contesté tácitamente.

Intentando arreglar el desaguisado, y sin querer ofender en absoluto a mi amiga Lola, la consolé:

- No es del Barça, niña. Es de la Warner. ¿No ves que lleva al pato Lucas y a Piolín?

- No sé, no sé yo que va a decir su padre… Le va a entrar urticaria cuando lo vea.

- Bueno, no te acongojes, aquí tienes el ticket y lo cambias si no te va bien, ¿vale?

Los minutos de tensión fueron disipándose, especialmente cuando propuse dar una vueltita por la calle de las tiendas. Surtía siempre efecto con Lola. Entró en varias de ellas y compró abalorios diversos: pulseras, unas gafas de sol, una camiseta, tres tangas más.

- Aunque en realidad no los uso. Con la barriga todas las bragas me molestan muchísimo. Si son de embarazada me meten un calor espantoso, y si son las mías de siempre se me enrollan y me hacen daño.

- ¿Entonces…? –inquirí, curiosa.

- Sin bragas voy todo el día, maja, no veas qué felicidad.

No pude evitar una mirada a sus bajos. Menos mal que llevaba un peto vaquero. Si hubiera vestido una falda, realmente me hubiera escandalizado.

En nuestro recorrido de compras pasamos por el escaparate de un sex shop. Llamaban la atención sus coloridas luces de neón y las enormes dimensiones de su puerta. Debí de pensar en voz alta, porque de repente salió de mi boca algo así como:

- Nunca he entrado en un sex shop. ¿Cómo será por dentro?

Sin darme tiempo a reaccionar, la Lola me agarró por la muñeca y me metió adentro de golpe. Cuando fui a preguntar “¿pero qué diablos…?”, ya nos encontrábamos los tres, boquiabiertos, ante una vitrina con diecisiete pijas de diversos tamaños, texturas, y colores.

Continuará

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Por fiiiiiiiiiin!!! Ya se despejó la incógnita del chubasquero. Claro, en Madrid y esos colores... Y vuelve el Fernan, aunque sea indirectamente. Genial!!!! Yo me sigo partiendo de risa también con la ocurrencia de pinchar en las imágenes.

Anónimo dijo...

Jajaja, no me imagino a Antolo en ese piso de "locas", jajaja. La cara que pondría cuando vio las plataformas, pensaría "ésta por las noches se saca un sobresueldo", jajaja.

Muy buena la historia, como siempre.....

Sigo pensando las canciones del Dia Do mar.

Un beso.

Anónimo dijo...

j eje genial como siempre....y lo de los tacones, que coño quereis....yo sabia de su tendencia sexual pero coño...eso no deja de sorprender ajajjaja

Anónimo dijo...

voy a empezar a leer los capitulos desde el principio y luego opino.

Anónimo dijo...

Excelente entrega de mi serial por capitulos favorito.

El Fernan sigue sin decepcionarme, no esperaba menos de el que esa actitud con un coleguilla, aunque solo fuera de un dia.

Anónimo dijo...

jajajajaja, me estoy imaginando al modorrín por el piso ese, jajajaj, no extraña que el Fernan le tuviera, enseguida se daría cuenta de que era un poco moro.
Enhorabuena Blanca, como siempre muy entretenido el relato, ánimo que tus buenas horas delante del ordenador te costarán !!

Anónimo dijo...

ajajajajjaja si si, pero yo no he repetido octavo de EGB ajajajjajajajajaja

dedicado a mi primo y al fri ajajajajajajajajaj