miércoles, 23 de agosto de 2006

VACACIONES. 1ª PARTE.


Creo que empezar el blog con una noticia trascendental no ha tenido mucho éxito. Si pretendo atrapar lectores entre el grupo de amigos tendré que moderar mi lenguaje (me dice el Esposo: "¡Si empiezas diciendo "bucólico" no me voy a enterar!") y seleccionar temas atractivos.

Pero para que veáis que soy polivalente, hoy voy a hablar de mis VACACIONES. No, no me refiero a los TRES MESES DE VACACIONES QUE TENEMOS LOS MAESTROS (¡sí, hombre, tres meses! ¡qué fueron de esos tres meses cuando existía el B.U.P.!, ahora se han acortado a los meses de julio y agosto, que sepáis; y por cierto, no soy maestra, pero de este singular y prolífico tema hablaremos otro día). No. Me refiero a las vacaciones que hemos pasado el ESPOSO y yo en Lanzarote en el mes de julio. Lo describiré por etapas:

1.- ETAPA DEL AEROPUERTO. Salimos el día 16 de julio del aeropuerto de Sevilla. Como soy muy poco internacional, he tenido pocas ocasiones de volar en avión. Estar en el aeropuerto me hacía recordar mi etapa estudiantil, cuando soñaba con ser una escritora/periodista bohemia e independiente y viajar por el mundo. Así que me emocioné y me puse a pasear por allí como si de la Quinta Avenida se tratara, mientras el esposo se ponía los cascos intentando olvidar las dos horas de espera que aún nos quedaban para la facturación.

¡Qué gustito! Gente de todas partes y colores hablando en todos los idiomas, arrastrando sus equipajes y sus hijos; tiendas, cafeterías, kioskos. Entré en la librería, me refocilé todo lo que quise y acabé comprando El Jueves, el Hola y un librito de crucigramas (vuelvo a repetir que soy polivalente hasta la contradicción). El Hola lo ojeé en diez minutos (ni una sola palabra impresa merece más de un minuto de atención). Y el Jueves hizo que se me pasara la hora y media restante en un santiamén. ¡Qué descojone! Lo que me acordé de Víctor. Sí, sí, de Víctor Vara, el de Medina. Los autodefinidos los dejaría mejor para el avión.

Bueno. Hasta aquí todo normal, habitual, esperable. Pero... ¡dios mío! ¡Cómo no me había documentado yo antes sobre el funcionamiento, comportamiento y usuarios oriundos de un VUELO CHÁRTER! ¡Con lo previsora que soy yo para estas cosas! ¡Qué aventura! Ni un safari por Kenia hubiera igualado la experiencia de lidiar a niños malcriados y chillones, y lo que es mucho más peligroso, a sus orondos y consentidores padres. Pero si queréis averiguar cómo se sucedió el azaroso vuelo, tendréis que esperar a la próxima entrega.

En el próximo capítulo:

* ¿Conseguirá el Esposo no tortear la cara de Pablete después de que éste agitara con desmesura el respaldo de su asiento gritando: ¡Tiiiiiiiiiiiiiiiiitaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Tiiiiiiiiiiiiiiiitaaaaaaaaaaaaaaaa!

* ¿Fulminará instantáneamente con la mirada la Esposa a los padres de Pablete, después de oírles repetir mil veces, en un tono impasible: "Hijo, Pablete, estate quietecito, no molestes"; y el nene erre que erre: ¡Tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiitaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

*¿Conseguirá la Esposa empezar su librito de crucigramas?

* ¿Habrá cortejo aéreo entre el azafato veinteañero-no-he-roto-un-plato y las azafatas-estás-que-te-sales-ven-aquí-que-te-vas-a-enterar?

* ¿El aterrizaje será suave?

*¿Le dolerán los oídos a la Esposa, teniendo en cuenta que no puede comer chicle para paliar el sufrimiento auditivo, debido a su ortodoncia?

No os perdáis el próximo episodio.

martes, 22 de agosto de 2006

HILARIO CAMACHO


Hace unos días estaba de vacaciones familiares en una bucólica casita en plena Sierra de Gredos. Mientras jugábamos con los sobrinos al mus, o al Catán, sonaba una voz dulce en el reproductor. ¡Vaya! Esta voz me suena. He oído sólo dos o tres de canciones de él: la canción de David el Gnomo, banda sonora de mi infancia; una colaboración en el "Joaquín Sabina y viceversa" (1986), en el que cantaba Güiski sin soda; y Tristeza de amor, que componía la canción de cabecera de la serie de televisión homónima. A pesar de mi desconocimiento, siempre lo he considerado en la estela de Aute, Sabina, Patxi Andión, Amancio Prada, Pedro Guerra, Javier Krahe, Serrat, y otros cantautores que sabía, antes de escucharlos, que me iban a gustar. (Por cierto, ¡cuántas veces habré cantado Güiski sin soda subida en las barras de un bar, cuando se ponía MÚSICA española en los bares...!)

Volviendo al asunto, ¡hombre!, me dije, ¡Hilario Camacho!, a ver si me bajo un CD de Internet y lo escucho en casa tranquilamente, pensaba, mientras mi cuñada asentía.
¡Qué palo, a los dos días, enterarme de su muerte! ¡Y el día posterior, conocer que fue un suicidio!. Qué palo produce cualquier muerte, y qué revoltura de estómago me trae cualquier suicidio. Creo haber leído que era una persona melancólica, idealista, incómoda con el mundo, utópica. Un hombre inconsolable e incomprendido. Decía de sí mismo: (www.hilariocamacho.com/biografia): "Me gusta escribir sobre las personas, su comportamiento sentimental y su vida interior. La música sale de mí de una forma espontánea (...), por eso siempre he estado dispuesto (...) a conservar lo más personal de mí".

A muchos, en el camino, nos va consolando la escritura, la literatura, el cine (¿me atreveré a decir el amor?); mientras a él, imagino, le iba consolando del dolor inexorable que causa la incerteza: su música, sus canciones, ¿sus amigos? Imagino que llega un día en el que eso tampoco es suficiente.

El suicidio es socialmente repugnado y silenciado. El suicida se convierte en un tipo extraño al que se recuerda con un gran desagrado o miedo en la conversación, mientras la familia esconde con rubor ese estigma ante la incomprensión de los demás. Se me ocurren solo algunos nombres de los muchos suicidas célebres que conocemos: Larra, Virginia Woolf, Hemingway, Horacio Quiroga, Alfonsina Storni, José Asunción Silva, José Agustín Goytisolo, Pedro Casariego Córdoba; los míticos Marilyn, Morrison, Elvis, Joplin, Kurt Cobain, Sid Vicious o el mismo Antonio Flores; actores como Judy Garland, Romy Schneider, etc. Y muchísimos más anónimos.

Yo voy a decir hoy que Hilario Camacho fue un gran artista (¡dichosa palabra denostada!), y que su muerte elegida por él nos viene a remover de nuevo las conciencias y las tripas a los que, día a día, conocemos, afirmamos y nos jactamos de vituperar el mundo de mierda en que vivimos, pero a los que también nos supone un esfuerzo ingente luchar contra él, ir a contracorriente, intentar trazar un camino no marcado. Los integrados, simplemente, miran a otro lado. Los suicidas eligen la muerte por eliminación: la desesperación y la lucidez de saber que nada puede cambiarse convierten sus vidas en un sinsentido.

Seguirá habiendo idealistas, artistas, genios, marginados, iluminados, drogados, que seguirán transportando la inquietud y el ansia del conocimiento y que, espero, consigan para su vida cotidiana la ilusión que a Hilario Camacho le ha faltado. Aunque solo sea porque no se queden aquí siempre los mismos. Requiescat in pace.

domingo, 20 de agosto de 2006

Welcome to my house

Hola a todos. La Narrattrice os invita a pasearos cuando lo deseéis por este blog incierto que hoy comienza su andadura. En él, la Narrattrice, personaje que iréis conociendo con el paso de su pluma, comentará todos los asuntos, de su incumbencia o no, que le salga de las mismísimas narices. Porque ella es así. Libérrima, un alter ego del que jamás consigo zafarme. Bienvenidos.



(*Willkommen, bienvenue, welcome. Gracias, Cartagenera, por recordarme la maravillosa velada en Madrid viendo Cabaret. ¿Te das cuenta de que necesito tus sugerencias para este blog? Besos y gracias).