martes, 22 de agosto de 2006

HILARIO CAMACHO


Hace unos días estaba de vacaciones familiares en una bucólica casita en plena Sierra de Gredos. Mientras jugábamos con los sobrinos al mus, o al Catán, sonaba una voz dulce en el reproductor. ¡Vaya! Esta voz me suena. He oído sólo dos o tres de canciones de él: la canción de David el Gnomo, banda sonora de mi infancia; una colaboración en el "Joaquín Sabina y viceversa" (1986), en el que cantaba Güiski sin soda; y Tristeza de amor, que componía la canción de cabecera de la serie de televisión homónima. A pesar de mi desconocimiento, siempre lo he considerado en la estela de Aute, Sabina, Patxi Andión, Amancio Prada, Pedro Guerra, Javier Krahe, Serrat, y otros cantautores que sabía, antes de escucharlos, que me iban a gustar. (Por cierto, ¡cuántas veces habré cantado Güiski sin soda subida en las barras de un bar, cuando se ponía MÚSICA española en los bares...!)

Volviendo al asunto, ¡hombre!, me dije, ¡Hilario Camacho!, a ver si me bajo un CD de Internet y lo escucho en casa tranquilamente, pensaba, mientras mi cuñada asentía.
¡Qué palo, a los dos días, enterarme de su muerte! ¡Y el día posterior, conocer que fue un suicidio!. Qué palo produce cualquier muerte, y qué revoltura de estómago me trae cualquier suicidio. Creo haber leído que era una persona melancólica, idealista, incómoda con el mundo, utópica. Un hombre inconsolable e incomprendido. Decía de sí mismo: (www.hilariocamacho.com/biografia): "Me gusta escribir sobre las personas, su comportamiento sentimental y su vida interior. La música sale de mí de una forma espontánea (...), por eso siempre he estado dispuesto (...) a conservar lo más personal de mí".

A muchos, en el camino, nos va consolando la escritura, la literatura, el cine (¿me atreveré a decir el amor?); mientras a él, imagino, le iba consolando del dolor inexorable que causa la incerteza: su música, sus canciones, ¿sus amigos? Imagino que llega un día en el que eso tampoco es suficiente.

El suicidio es socialmente repugnado y silenciado. El suicida se convierte en un tipo extraño al que se recuerda con un gran desagrado o miedo en la conversación, mientras la familia esconde con rubor ese estigma ante la incomprensión de los demás. Se me ocurren solo algunos nombres de los muchos suicidas célebres que conocemos: Larra, Virginia Woolf, Hemingway, Horacio Quiroga, Alfonsina Storni, José Asunción Silva, José Agustín Goytisolo, Pedro Casariego Córdoba; los míticos Marilyn, Morrison, Elvis, Joplin, Kurt Cobain, Sid Vicious o el mismo Antonio Flores; actores como Judy Garland, Romy Schneider, etc. Y muchísimos más anónimos.

Yo voy a decir hoy que Hilario Camacho fue un gran artista (¡dichosa palabra denostada!), y que su muerte elegida por él nos viene a remover de nuevo las conciencias y las tripas a los que, día a día, conocemos, afirmamos y nos jactamos de vituperar el mundo de mierda en que vivimos, pero a los que también nos supone un esfuerzo ingente luchar contra él, ir a contracorriente, intentar trazar un camino no marcado. Los integrados, simplemente, miran a otro lado. Los suicidas eligen la muerte por eliminación: la desesperación y la lucidez de saber que nada puede cambiarse convierten sus vidas en un sinsentido.

Seguirá habiendo idealistas, artistas, genios, marginados, iluminados, drogados, que seguirán transportando la inquietud y el ansia del conocimiento y que, espero, consigan para su vida cotidiana la ilusión que a Hilario Camacho le ha faltado. Aunque solo sea porque no se queden aquí siempre los mismos. Requiescat in pace.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha parecido un artículo muy entrañable y lúcido. Me parece que Hilario ha vuelto a perder otra batalla. Me explico: me da la impresión de que todo esto lo hizo como una forma de llamar la atención sobre la falta de reflexión y la frivolidad que impera en nuestra sociedad, y me imagino que la carta que escribió hablaba de todo eso...Sin embargo me da la impresión que se ha pasado de puntillas sobre este punto. Sólo nos seguimos planteando lo que hay más allá de un mero óbito los que siempre nos planteamos lo que hay más allá de las cosas.

Gracias por recordar a Hilario.

Anónimo dijo...

¿Hilario? ¿Quién es Hilario?
El articulo se centra más en el significado de la vida que el personaje en sí, quizás, la narratrice busque cual eran las causas que obligó al pobre hombre a dejar de seguir viviendo, de seguir soñando,¿amor? ¿amigos?, deja claro cuales son sus prefencias en la vida; insinuando pausiblemente que era lo que le faltaba para dejar de flotar en las nubes de la ilusión.Ni duda cabe que que el artículo es lucido, que alguien casi desconocido por todos, salvaguardado sus canción david el gnomo, pueda salir tan bien parado. La mayoría de los suicidios son por enfermedades mentales no creo que haya que reflesionar mucho sobre el tema.

La Narrattrice dijo...

Como no conocí personalmente a Hilario Camacho, no puedo hablar de la persona. Remito para ello a otros blogs como "Diario de una intelectual indecente":
http://rincondelibros.blogs.terra.es

En mi artículo evoco su figura, no para hablar del artista ni de la persona, sino para rastrear los significados ocultos que suele haber detrás del suicidio de un hombre sensible, y que no se limitan, EXCLUSIVAMENTE, a una patología clínica.

Si el usuario anónimo quiere saber quién es Hilario, le remito a su página web oficial (www.hilariocamacho.com), aunque no sé durante cuánto tiempo seguirá vigente; y de paso, puede bajarse del e-mule su discografía completa, o comprarla, lo que sería más legal y coherente. De esta manera dispondría de pruebas fiables para comprobar que su obra también existe. Por otra parte, recuerdo con encarecimiento que la noticia de la muerte de Hilario Camacho salió en el telediario, o sea, que desconocido, desconocido, no era. Cantautor minoritario, tal vez; y desafortundamente olvidado tras algunos lustros. Desconozco la edad del anónimo, pero cualquier persona que se haya interesado en escuchar la música española de los 60-70 conocerá la identidad del fallecido, al igual que la de Aute, Sabina o Serrat. Sólo que a H.C. la fama no le fue perdurable. Pero también hay que tener en cuenta a quiénes se reconoce y mantiene en los medios de comunicación y por qué.

En fin, no quiero convertir esta noticia en una batalla dialéctica. El suicidio es una alternativa desesperada, pero detrás de la persona que lo acomete puede haber un espíritu limpio que sólo busque la verdad, y no la encuentre.

Por último, se puede refleXionar, y mucho, sobre este tema, al igual que sobre cualquiera que incumba al ser humano, incluso sobre este anónimo y malintencionado artículo-respuesta.


Narrattrice dixit.

Anónimo dijo...

Es curioso como la muerte, sobre todo en circunstancias fatales, nos acerca a los grandes artistas, quienes habiendo sido incomprendidos en vida, por supuesto no esperarían que nadie comprendiera su muerte.
Narrattrice, me encanta tu artículo... apasionadamente me sumo a tu reflexión.

Unknown dijo...

Yo también conocía poco de este señor, lo que has apuntado. Hombre, Serrat es de mis primeros tiempos, Sabina mucho después... Ese desenlace triste lamentablemente va en aumento, provocado, en parte, porque resulta muy difícil incluso subsistir en este mundo degenerado... Evidentemente detrás de este tema hay muchas causas y lo que sí puedo decirte que en los trastornos donde se produce con más frecuencia la desesperanza está motovida principalente por la propia personalidad/enfermedad y no el mal mundo.Aunque es un tema muy complejo, hoy asistimos al fenómeno de aquellos que prefieren la vía rápida porque resulta imposible vivir como un ser humano en este berenjenal. Bueno, si quieres puedes ver:
http://alario1.blogspot.com
http://nohaymentesincerebro.blogspot.com

Gracias por tu visita.
Salvador.

Anónimo dijo...

El suicidio y su imagen social, como otras tantas cosas, es una cuestión también cultural. Claro, en nuestra tradición judeocristiana, de la que tanto nos cuesta librarnos, a pesar de que algunos/as lo intentamos día tras día, es un pecado mortal, un estigma del que no escapa ni el suicida ni sus allegados. Sin embargo, en otras tradiciones (la japonesa, por ejemplo) el respeto por la voluntad personal es algo sagrado. De hecho, se llega al extremo de que muchos padres permiten con condescendencia que sus hijos se escapen del mundo, encerrándose en sus habitaciones de por vida, sin otra tarea que jugar horas y horas a un infecto videojuego. Para ellos, el suicidio es algo honorable. Con esto no intento hacer una defensa del suicidio, sino un intento de aceptarlo con el dolor que conlleva cualquier muerte, sin más sufrimientos añadidos de forma innecesaria.

Anónimo dijo...

Siempre he sido un gran admirador de Hilario Camacho y, sin duda, ha sido uno de los más grandes autores de canciones pop (en el sentido más amplio del término pop). Su obra ahí está para quien quiera comprobarlo, y el que hoy en día no fuese demasiado conocido no quiere decir absolutamente nada, simplemente que hay poca gente que se preocupe por descubrir algo más de lo que en TV sacan todos los días.
Pero toda mi admiración por él y su obra no me impide ver la realidad del suicidio. Así como es cierto que en muchas ocasiones intenta esconderse o estimagtizar el hecho, también es cierto que en otras se intenta ensalzar o llevar a la categoría de algo valiente o admirable.
Mi humilde opinión es que ninguna de las dos se atienen a la realidad: Creo que nadie se suicida porque le guste o porque crea que es una excelente manera de morir, siempre que se llega e esa situación es porque hay algún problema que te impide estar a gusto donde estás y no ves manera de solucionarlo. Generalmente va asociado a una depresión y a una falta de ver salida a problemas que te ahogan (y la mente puede verse sobrepasada por multitud de causas, desde problemas reales a enfermedades o imaginarios). Como salida es tan respetable como otra cualquiera, pero no considero que sea la que uno desearía si la situación mejorase.
Creo que lo más normal es que produzca honda pena, por la muerte en sí y por descubrir que esa persona querida estaba sufriendo más de lo imaginable. Por lo cual creo que es normal que no se quiera hablar demasiado del tema, sobre todo por parte de los más allegados, pues no deja de ser urgar en una herida ya de por si dolorosa.
Respetar la voluntad por supuesto, pero si podemos poner los medios para que una persona pueda ser un poco más feliz creo que es mucho más deseable.
Creo que no se debiera confundir el respetar con el ser incapaz de solucionar un problema.
Un saludo y gracias a Hilario Camacho por darme/nos tanto como nos ha dado y por haber existido.
Todos recorremos el mismo camino/ unos con más luces otros con mas sombras/ pero todos llegaremos al mismo destino.

La Narrattrice dijo...

No puedo estar más de acuerdo con la opinión de José. Tu discurso está lleno de clarividencia y experiencia. Gracias.

Anónimo dijo...

Gracias, amigo, por tí y por tu música. Esto de la muerte es una tontería. Tu recuerdo es de acero y rosas rojas. Hasta luego. jal.

Anónimo dijo...

Gracias, Narrattrice, por tu emocionante recuerdo de Hilario. Un día coincidí con él y ¿qué puedo decir? Fue un artista sincero y discreto, una bellísima persona y un profesional como la copa de un pino. Por aquellos tiempos se comentaba que sufría fuertes depresiones, que necesitaba retirarse de vez en cuando, pasar de todo. Otra vez le ví en un teatro, a solas con su guitarra, y fue algo estupendo, tierno y auténtico.

Ahora falta uno de los nuestros, y dicen que se ha suicidado. Y el suicidio es un pequeño misterio cruel que nos atrae y nos asusta a la vez.

Pero a veces nos equivocamos. Ni Marylin ni Antonio Flores ni otros que citas se suicidaron, se les fue la mano. Hilario tampoco se suicidó. Murió de tristeza.

Anónimo dijo...

La vida es un gorro, unos se lo ponen, otros se lo quitan (Proverbio judío).

Siempre en mi corazón, estás, Hilario.

(Por cierto, Grávida, deja de escribir panfletos. Tradicionalmente el suicidio en japón ha estado relacionado más con el deshonor que con la libertad -aunque sin duda el shinto está libre de este tabú--. Y no sólo es condenado en las sociedades "judeocristianas", por ejemplo, el Corán lo prohibe expresamente. El hinduismo y el budismo son más tolerantes aunque no esté bien visto el suicidio "egoista" que es en el fondo el que todos tenemos derecho a realizar).

Anónimo dijo...

Me pregunto hasta cuanto se puede ayudar a gente muy undida a pesar de la farmacopea.Tendria buenos amigos,etc.Es dificil imaginar el sufrimiento,medirlo.Cuando esta tragedia nos llega aunque de refilon las preguntas se amontonan y nos preguntamos de haber podido que podriamos haber hecho...Pienso cantidad medicos no saben con que droca probar y como sera resultado.Pediria