domingo, 17 de junio de 2007

MINI-RESUMEN

No llegó la sangre al río, finalmente.
Los alumnos se emborracharon y se fumaron, que era lo esperable, y nosotros disfrutamos de un fin de semana muy agradable, amenizado con las canciones de Anita, el paseo a caballo (para algunas flamenquitas más rentable que para otras) y un clima extraño que no llegó del todo a jorobarnos la estancia.

¿Lo mejor? Las risas. El empanamiento de Juanma con los chupitos de la cámara frigorífica. Cuando monopolicé todo el adobe de los jerezanos jugando al Catán. Las visitas que nos hicieron los alumnos a la cabaña, ofreciéndonos cubatas a diestro y siniestro. Cómo Antolín ha triunfado en la pandilla y mis compañeros ya no se acuerdan de mi nombre.

¿Lo peor? El cargo de conciencia cuando bajamos al botellón de la playa y veía a todos los niños borrachuzos. El ruido de las puertas de las cabañas por la noche, en mis urgencias para ir al servicio, que insomniaron a los que dormían en el salón. Algunas anécdotas de los chavales dentro de las cabañas (con huevos volando por el techo) que prefiero ignorar por ahora. Y el peloteo de algunas para que les suba al 10.

Al final, todos ellos afónicos y quemaos como cangrejos y nosotros nostálgicos porque lo de Oliva ya se acaba, y yo odio las despedidas...










estando Anetre, ya sabemos todos que la música está garantizada
(http://www.acetre.com/)


el jamelgo de jota punto tenía serios problemas intestinales









el Llanero solitario, y Emi y Sol, antes
de que yo les robara todo el adobe

miércoles, 6 de junio de 2007

QUÉ MIEDINO, EN LA QUE ME HE METIDO

Queridos lectores (si es que todavía queda alguno por ahí):

No voy a disculpar con ninguna excusa barata esta larga ausencia de artículos, simplemente estaba demasiado estresada con asuntos laborales y personales; asumiré con estoicismo la pérdida de lectores. E intentaré compensarla con temas morbosillos. Como bien sabéis algunos de los profanos, el fin de semana del 15 al 17 de junio me marcho con los alumnos de 1º de bachillerato a la playita. La mayoría de la gente se echa las manos a la cabeza y exclama: ¡qué valor! Pues sí, qué valor. Me han convencido, a pesar de la seriedad con la que afronto la impartición de mis clases; deben de haber adivinado en mí algún atisbo de mis antiguas borracheras adolescentes, no sé. El caso es que les voy a obligar firmar una autorización a sus padres en las que asuman todas las responsabilidades derivadas del incumplimiento de la ley por parte de sus hijos, es decir, de las consecuentes cogorzas que conlleva cualquier viaje de fin de curso. Todo sea por conservar mi carrera profesional en el caso de que alguno de mis queridísimos chavales acabe como el de la foto. Os contaré todos los detalles y cotilleos (cuernos, fumadas, borracheras… de los chicos, claro, no os había dicho que voy con el Esposo) con pelos y señales, lo prometo, todo sea por compensar esta larga carestía. Besitos.