Los alumnos se emborracharon y se fumaron, que era lo esperable, y nosotros disfrutamos de un fin de semana muy agradable, amenizado con las canciones de Anita, el paseo a caballo (para algunas flamenquitas más rentable que para otras) y un clima extraño que no llegó del todo a jorobarnos la estancia.
¿Lo mejor? Las risas. El empanamiento de Juanma con los chupitos de la cámara frigorífica. Cuando monopolicé todo el adobe de los jerezanos jugando al Catán. Las visitas que nos hicieron los alumnos a la cabaña, ofreciéndonos cubatas a diestro y siniestro. Cómo Antolín ha triunfado en la pandilla y mis compañeros ya no se acuerdan de mi nombre.
¿Lo peor? El cargo de conciencia cuando bajamos al botellón de la playa y veía a todos los niños borrachuzos. El ruido de las puertas de las cabañas por la noche, en mis urgencias para ir al servicio, que insomniaron a los que dormían en el salón. Algunas anécdotas de los chavales dentro de las cabañas (con huevos volando por el techo) que prefiero ignorar por ahora. Y el peloteo de algunas para que les suba al 10.
Al final, todos ellos afónicos y quemaos como cangrejos y nosotros nostálgicos porque lo de Oliva ya se acaba, y yo odio las despedidas...
estando Anetre, ya sabemos todos que la música está garantizada
(http://www.acetre.com/)
el Llanero solitario, y Emi y Sol, antes
de que yo les robara todo el adobe