Temas de la cotidianidad, de todo lo visible e invisible, de lo presentable e impresentable, de lo sórdido y de lo irrisorio, de lo trascendental y lo banal.
1ª PREGUNTA: Nombres, sí, sí, en plural, que ha ido adquiriendo este señor a lo largo de su trayectoria (1 PUNTO). 2ª PREGUNTA: Actividad o movimiento por los que alcanzó fama internacional en los años 60 (1 PUNTO). 3ª PREGUNTA: Experiencia pseudo-mística que le cambió la vida (1 PUNTO). 4ª PREGUNTA: ¿Por qué fue expulsado de Israel a finales de los 80? (1 PUNTO)
En el español moderno se emplean, especialmente en el ámbito culto o científico, abundantes expresiones tomadas literalmente del latín, con su significado original. Suponen, la mayoría de las veces, un enriquecimiento estilístico del texto y una manifestación léxica de ciertos tópicos lingüísticos que requerirían, en castellano, una definición y explicación más amplias. Sin embargo, no dejo de asombrarme de cómo en profesiones a las que se les supone un conocimiento idóneo del idioma, como es en el periodismo y otros medios de comunicación, así como en algunas disciplinas humanísticas o políticas, se emplean estas expresiones con tanta ligereza e ignorancia, que son convertidas en vulgarismos. Estos usos espurios de los latinismos, llamados latinajos, evidencian no solo la incultura lingüística de quien los emplea, sino también el fútil intento de aparentar una erudición inexistente. Es como cuando algún famoso de nuevo cuño pretende hacer una declaración sentenciosa y acaba errando de mala manera. Así le pasó al torero Francisco Rivera cuando, en tono enojado, enunció: “Es que los periodistas transgiversáis todo lo que se os dice”, en lugar de tergiversar. Hace una semana oía la misma perla de labios de otra erudita del papel cuché, la inefable Mar Flores.
En cuanto a los latinajos, mi consejo es sencillo: han de usarse correctamente cuando se conozca su gramaticalidad y significado; si no es así, ¿por qué complicarse la vida? Utilicemos el castellano, no por eso empobreceremos nuestro discurso.
De entre los latinajos más habituales, sin duda el que más chirría en mis oídos, por lo cotidiano, es el motu proprio. Significa “por iniciativa propia”, y ha de emplearse tal cual aparece escrito (proprio con dos erres), y sin ninguna preposición, ya que la propia expresión latina se encuentra en ablativo (caso de la declinación que expresa los complementos circunstanciales, y que no precisa, en la mayoría de los casos, de ninguna partícula antepuesta). Así diremos: Me he involucrado, motu proprio, en este negocio, así que he de aceptar sus riesgos. Y no: *de motu propio. Otro latinismo similar es grosso modo¸ que significa “sin entrar en detalles, a grandes rasgos”, y que, al igual que el anterior, ha de emplearse sin preposición (nunca se debe decir *a grosso modo). Así que lo emplearemos así: Éstos son, grosso modo, los cinco grandes objetivos de nuestro proyecto.
Aquí tenéis otros latinismos habituales, los cuales exhorto a que sean empleados con fruición en vuestros discursos, pero, eso sí, con toda la corrección que merecen:
·Ab initio: desde el principio.
·Ad hoc: para el caso, con ese propósito.
·Alma máter: madre nutricia, la Patria o la Universidad. También el origen creativo o espiritual de un proyecto.
·Álter ego: el otro yo, persona con la que se produce una total identificación. En literatura, personaje que representa la ideología de su autor.
·De facto: de hecho, efectivamente.
·Et in secula seculorum: por los siglos de los siglos.
·Ex professo: a propósito, con ese fin.
·In albis: en blanco.
·In illo témpore: en aquel tiempo, en aquella época.
·Ipso facto: inmediatamente, en el acto.
·Mutatis mutandis: con los cambios que sean necesarios.
·Quid pro quo: una cosa por otra, sobre todo se emplea para indicar que se toma erróneamente una opción por la otra.
·Rara avis: ave extraña, persona o cosa difícil de encontrar.
·Sine die, sin día fijado.
·Sine qua non: se dice de una condición indispensable.
·Statu quo: en el estado actual, especialmente en el terreno sociopolítico.
·Stricto sensu: en sentido riguroso.
·Tótum revolútum: revoltijo, confusión total.
·Vade retro: retrocede, se emplea para rechazar algo tentador.
·Verbi gratia: por ejemplo.
·Vox pópuli: rumor popular.
En cuanto a aforismos célebres, son habituales los siguientes: