
Aquí la tenéis, se llama ZAMPA, tiene dos meses y está deseando conoceros a todos.
Tras varias deliberaciones sobre el nombre, hemos decidido dejarle el que le habían puesto los criadores. Vino desde Madrid llorando y vomitando. Ahora está todavía desubicada, se esconde debajo de los muebles al menor ruido, pero en silencio empieza a hacer trastadas, como morder el sofá o tirar los cojines para acostarse encima de ellos. ¡Apunta maneras! ¡La que nos espera!
Ya sabéis, cuando queráis estáis invitados a un cafelito con perro.
(He de reconocer que da cierto aire a Melchor, y que al llamarla todavía se me escapa su nombre, pero bueno, una mancha de mora con otra mora se quita...)