
La puerta se selló detrás de él. Inspiró, disfrazando el pánico de severidad, avanzando torpemente con piernas ajenas y voz temblorosa. Aunque el día refulgía, se sintió ciego como Edipo. Se dirigió al auditorio como un suicida: Buenos días. Me llamo Héctor. Soy el profesor sustituto.
(II Certamen "Sala de profesores del IES Virgen de Gracia")