sábado, 18 de abril de 2009

LAS CAUSAS DE LA CRISIS


Nos encontramos tan de lleno sumidos en la ya manida CRISIS económica, magnificada aún más por los medios de comunicación, que al ciudadano de a pie como yo, nada ducho en asuntos pecuniarios, se nos escapan muchas veces las razones que nos han llevado a esta situación. ¿Falta de liquidez de los bancos? ¿Hundimiento de la construcción? ¿Años de bonanza aparente sostenida sobre la especulación inmobiliaria?

Me he encontrado por casualidad con un artículo que explica las causas de la crisis, sin tecnicismos, para una fácil comprensión por parte del trabajador y ahorrador de la calle, y no me resisto a poneros aquí un extracto, porque, aunque un poco largo, creo que es muy clarificador y que puede desenmarañar un poco el panorama de cifras, ministros, fusiones de bancos y moras con la que los telediarios nos amenizan a diario la sobremesa. Ruego que me perdonen los licenciados en Económicas, a quienes exhorto a colaborar con sus fundadas opiniones.


Espero que este sea el comienzo de un segundo periodo de fecundidad articulística en mi abandonado blog, príncipe destronado por mi cada vez más desmesurado estado de gravidez.


La actual crisis económica se ha venido fraguando en los últimos siete años, aunque sus consecuencias más acuciantes no hayan afectado a los españoles hasta hace algo más de un año, ante un incremento galopante e insostenible de todos los precios en general (los limones subían un 40%, el petróleo estaba por las nubes, los pisos eran valorados en lo que no valían, para comprarlos con hipotecas que pagarían los hijos o los nietos, el euribor actualizaba siempre al alza la hipoteca, etc. ). Recordemos la huelga de transporte por el coste del crudo, que nos dejó las tiendas sin mercancías, mientras que los salarios y pensiones subían el mínimo legal. Este incremento general de precios ha tenido lugar en todo el mundo (hasta millones de chinos querían tener coche cuando no hay chapa ni petróleo suficiente en el mundo para atender esa masiva demanda).

El aumento de precios condujo en Estados Unidos al impago masivo de hipotecas por parte de muchos norteamericanos con rentas bajas. Esta morosidad puso en marcha el sistema de seguros por impago de hipotecas (las aseguradoras tenían que pagar a los bancos que prestaron la hipoteca el importe de ésta), descubriéndose entonces que las aseguradoras, bancos y entidades financieras no tenían dinero líquido para atender tanto pago y cubrir la morosidad, ya que lo tenían invertido en otras operaciones a lo largo de todo el mundo, incluido paraísos fiscales. Así se descubrió que bancos y financieras de todo el mundo estaban relacionados entre sí y muchos de ellos pillados sin dinero por deberse préstamos los unos a los otros.

La falta de dinero de los bancos obligó a los gobiernos a otorgarles prestado dinero del Estado a un interés bajo, con objeto de que no se colapsara todo el sistema bancario y siguiera todo como antes, prestándose dinero entre ellos. Ahora bien, esa problemática solo financiera se ha trasladado también a la economía real de nuestras vidas (la falta de dinero de las empresas, la falta de consumo y el consecuente paro). Ya hace más de un año, el colapso financiero americano se tradujo en que el sistema financiero español dejó de dar préstamos tanto para construir como para comprar viviendas, trayendo ya el paro y la crisis económica al sector de la construcción.

En ese momento ya se anunciaba la crisis, pero los gobernantes pensaban erróneamente que solo afectaría a la construcción y al incremento general de precios, y que la cosa se regularía sola en el mercado (a fecha de hoy los precios siguen altos, todo tiene que bajar mucho más si se quiere que se incremente el consumo). Mientras, los españoles, viendo que sus ahorros estaban asegurados por el Gobierno en los bancos, y que los únicos perdedores son los que tienen depósitos en la Bolsa, no nos percatamos de que la crisis nos iba a tocar en lo más serio: en el paro a que nos conducen las empresas, pues éstas tienen sus gastos fijos, pero no tienen dinero para atenderlos por falta de crédito bancario y por la caída del consumo. Así, para que la empresa no cierre, reduce gastos, entre ellos los de personal.

Por su parte, la desconfianza y el miedo hacen que el ciudadano perjudicado ahorre lo que pueda y no consuma alegremente, ya que también tiene muchos gastos familiares y personales.

No se conocen todavía las consecuencias derivadas de la crisis económica que se ha producido por la falta de control de la economía por parte de los gobiernos, por no poner límite al libre mercado (eso sería intervencionismo, inaceptable en una sociedad capitalista, según los políticos, cuando ahora sí que están interviniendo, si no quieren que se hunda o colapse todo el sistema bancario, comercial y financiero). Estos han permitido, por ejemplo, que por las viviendas habituales de cada familia se pague lo que no valen y que los compradores se endeuden de por vida, mientras los precios suben y suben sin límite.

Frente a este ingente problema económico, a los ciudadanos no nos queda otro remedio que ahorrar, reducir el consumo o consumir lo más barato. Solo así obligaremos al mercado a que vuelvan los precios a su verdadero valor. No debemos comprar cosas caras, aunque podamos. La realidad demuestra que valen mucho menos de lo que dicen. Ciertamente, esa actitud conduce quizás a que más empresas tengan que cerrar, pero esa responsabilidad no puede recaer sobre el consumidor al que se le ha esquilmado hasta el límite. Su salario o pensión no sube más del 2% anual y el coste de la vida le sube el 50 o el 300%.

En fin, a modo de ejemplo, sencillamente, todo empezó cuando a la entrada del euro permitimos que un café, que valía entonces 100 pesetas, valiera de la noche a la mañana un euro (166 pesetas), ¡un 66% más! Debimos decir entonces al camarero que el café a ese precio se lo tomara su jefe. Los consumidores debemos exigir ahora precios más baratos, si quieren que consumamos, pues los precios están aún por las nubes.

1 comentario:

grávida dijo...

Está muy bien el artículo. A mí también me gusta, por sencilla, la explicación de "La crisis ninja" de Leopoldo Abadía.
Bueno, pues ahora que los precios están bajando nos asustan con el tema de la deflación. A ver quién los entiende.
En fin, ahora que les estoy explicando el crack del 1929 y la crisis de 1930 a mis alumnos, no dejo de encontrar paralelismos, salvando las distancias, claro.
Lo bueno y lo malo del capitalismo es que es un sistema económico cíclico y volverán tiempos mejores, no sin antes haberse llevado por delante a unos cuantos de millones de incautos trabajadores y el superábit de las haciendas estatales.